Desfiladero
Jaime Avilés
jamastu@gmail.com
Vender Pemex
¿Traición a la patria o suicidio político?
La pierna de Zavaleta: el Poder Leg...
Calderón-Mouriño, una pareja sin coartada
Viajo por la ciudad en motocicleta y entre los destellos que emiten las bardas, los coches, las casas, las plantas –células multicolores que vibran a mi paso–, leo las cabezas de los periódicos: “Ruth sepulta a AMLO”–“Buscapleitos de taberna”–“AMLO, misógino”–“Creí que era estadista”, y mientras tanto, en los audífonos de mi Ipod aumenta la gritería de los loros radiales que repiten el mismo discurso en todas las estaciones, aunque sólo capto palabras inconexas: “Mouriño”–“la pierna”–“mi función como presidenta”–“López Obrador”–“políticamente hablando”–“es igualito a Chávez”–“Zavaleta representa al Poder Leg…”.
Una gigantesca manifestación campesina demanda, en Reforma, la caída del secretario de Agricultura, pero las hordas electrónicas de la derecha golpista izan como bandera la pierna de Ruth Zavaleta para declamar de nuevo su aborrecimiento a López Obrador. ¿A qué viene tanto encono? ¿A qué, el afán de volver a quemarlo en leña verde, como lo intentaron en 2006, a raíz del célebre “cállate, chachalaca”? ¿Será porque en este caso chachalaca y Zavaleta son sinónimos de traición a las aspiraciones democráticas de los electores? ¿O porque Andrés Manuel continúa organizando al pueblo, cada día con más éxito, para impedir la privatización de Pemex?
Hay argumentos muy sólidos para creer que la verdadera razón de ser de este nuevo escándalo –otra simple cortina de ruido, a falta de humo– es en realidad muy otra. Hace dos semanas, la pareja presidencial que integran Felipe Calderón y Juan Camilo Mouriño tenía todo listo para consumar la privatización de Pemex: estaban hechos todos los amarres necesarios con el PAN (para eso pusieron allí a Germán Martínez), con el PRI (para eso la Corte exoneró al góber precioso e, implícitamente, a los amigos de Succar Kuri en Yucatán, Veracruz y Quintana Roo, léase Emilio Gamboa y Miguel Angel Yunes, entre otros).
Asimismo, había hablado lo pertinente con los Chuchos del PRD (en especial con Jesús Ortega, Víctor Hugo Círigo y Ruth Zavaleta), e incluso con uno de los hombres más cercanos a López Obrador (o sea, con Manuel Camacho, que iba a ser designado como nuevo coordinador del Frente Amplio Progresista, en sustitución de Ortega, pero tuvo a bien reunirse cinco horas en privado con Mouriño y… perdió el nombramiento, que al final recaería en Porfirio Muñoz Ledo).
Hasta allí, todo iba de lo más bien. No por nada, al oír los primeros truenos producidos por los negros nubarrones que flotan sobre las finanzas de Estados Unidos, Calderón quiso agarrarle la pierna –políticamente hablando, claro– a todo el país, para comunicarle la excitación que le causaban de antemano los contratiempos que sufriríamos debido a la inminente crisis económica de nuestros vecinos del norte. Era obvio que necesitaba restarle importancia a tamaño contratiempo para que éste no entorpeciera la venta de Pemex. Era, en otras palabras, una carrera contra el reloj. Había que cerrar la operación antes de que estallara el cuete. Ya después lo demás sería lo de menos. Leer más >>>
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