Sangriento sexenio de Felipe Calderón
Miércoles, 19 de Noviembre de 2008
Lilia Arellano
Estado de los Estados
“Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”
Sir Winston Churchill
Tal parece que Felipe Calderón todavía no se percata del grado de descomposición en el que ha caído el país. La corrupción, la ineficiencia, la incapacidad, la falta de oficio político y el encubrimiento, así como las ambiciones de grupos, han deformado todas las actividades de la sociedad. Nadie se salva. Ni los empresarios, ni los trabajadores que se han visto tan mal representados por voraces y ladrones líderes, ni los comerciantes, ni los políticos, ni los periodistas. Para donde quiera que se voltee la mirada salta a la vista la podredumbre en unos casos y la sangre en otros.
No hay todavía quien le diga al michoacano que su registro en la historia estará marcado con sangre, con la de ciudadanos inocentes, y ésta surgida de enfrentamientos pero también de “accidentes”. Nunca antes se habían registrado tantos ataques a medios de comunicación, tampoco hay antecedentes de la fiereza con la que se persigue a quienes opinan contrario a sus ideas y formas de conducir un gobierno cuya meta se centra en empobrecer y desaparecer al mayor número de mexicanos.
En ninguna época de por lo menos los dos últimos siglos se habían apilado tantos cadáveres de informadores y ya se demostró que no se tiene ninguna intención de aclarar alguno, de siquiera, como dice el refrán, para “taparle el ojo al macho”. Y lo peor, todo apunta a que así seguirán, permitiendo todo aquello que les quite del camino críticos o indeseables o inservibles. Porque no es nada más el crimen en contra de informadores también es de políticos y, en estos últimos, mientras no se tengan resultados creíbles sobre las investigaciones, bien pueden incluir a Juan Camilo Mouriño y a José Luis Santiago Vasconcelos. Leer más en Por Esto!
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