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enero 30, 2010

El modelo

El modelo

Luis Javier Garrido

¿Hasta dónde va a llegar el proceso de desmantelamiento de las naciones de América Latina y de sus instituciones sociales y políticas, que están imponiendo los poderes trasnacionales con la pretensión absurda de edificar algún día un orden supranacional, en el que las grandes decisiones se tomen sin cuestionamiento alguno al margen de los pueblos?

1. El proyecto político de la globalización capitalista neoliberal, que se ha ido definiendo en los últimos lustros, y que supone la estructuración de una mecánica de poder supranacional en que los estados nacionales no tengan voluntad soberana de decisión en materias financiera, económica y social, y sean las instancias trasnacionales controladas por Washington las que tomen las decisiones, está condenado al fracaso porque supone un enorme desprecio para los pueblos, y ya desde ahora se ve su inviabilidad.


2. La cuestión que poco se ha discutido en Latinoamérica y que se ha soslayado, a pesar de constituir una amenaza enorme para el continente, ha sido la edificación del nuevo orden político mundial, que supone la destrucción de los entramados institucionales nacionales, y que se ha ido llevando a cabo implacablemente al tiempo que se enajenan los recursos estratégicos de los pueblos, lo mismo en Brasil que en México, donde las cartas constitucionales no son sino letra muerta y los pueblos tienen cada vez menos derechos reales, en aras de imponer ese orden supranacional, gracias a la colaboración de grupos mafiosos en cada país.


3. En México, los integrantes de la zafia extrema derecha yunquista-panista en el poder desde 2000, sin proyecto político y nada que proponer a la nación, con ánimo depredador pocas veces visto en la historia del continente, pero sabiéndose dirigidos y amparados desde el exterior, se han solazado en destruir las instituciones sociales y políticas de la República, con el ánimo de abrir la vía para que las multinacionales controlen el país, confiados en que no hay fuerza política o social que pueda detenerlos en el marco de la legalidad vigente si no es mediante un conflicto de enormes dimensiones. El caso del intento patético del gobierno de Calderón por destruir Luz y Fuerza del Centro y de paso eliminar al SME, el sindicato independiente más vigoroso de México, cancelándole sus derechos constitucionales a 44 mil trabajadores, es significativo.
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