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agosto 15, 2009

LOS ERRORES DEL PRESIDENTE

Los errores del Presidente

Enrique Calderón Alzati en La Jornada


En mi último artículo escribí una frase fuerte, pero desafortunadamente cierta, cuyo contenido afirmaba “… empezando por sus gobernantes, que simplemente no entienden ni a quién gobiernan, ni para qué…”; mi afirmación era de carácter genérico, en referencia a quienes tienen la responsabilidad de conducir y coordinar los programas del gobierno de la República y de manera concreta al Presidente. Sus acciones al igual que sus palabras recuerdan a veces el fanatismo religioso de los peores episodios de la vida nacional, como cuando ha mencionado que la drogadicción y el narcotráfico se originan en el desconocimiento de Dios y la falta de fe, otras parecen indicar un ejercicio de acendrado cinismo, como cuando atribuye correctamente a la corrupción los problemas centrales del país, para luego decir que su gobierno es una caja de cristal, como ejemplo a seguir para los gobiernos locales y la población en general, ignorando de manera brutal los escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos varios de sus colaboradores cercanos, como su ex secretario de Gobernación y sus altos jefes de seguridad nacional, por dar sólo unos ejemplos.

Pero hay otros errores bastante más graves, que hablan de su incapacidad para gobernar al país. El primero de ellos tiene que ver con el cuidado mismo de la institución presidencial, con todos los poderes fácticos y atribuciones formales que lleva implícitos. Cuando él dice que algún problema es atribuible a los que no profesan su religión, está dando pie a la generación de rencores y odios de carácter religioso, cuyas dimensiones parece estar lejos de entender. Su actitud como candidato, calificando a su principal oponente como un riesgo para la nación, pareciera hoy producto de una inclinación al uso de la fuerza y de la violencia como respuesta a sus frustraciones. Ello ha seguido presente en su actuación como presidente y para como se ven las cosas, todo indica que habrá muchas oportunidades más para nuevos niveles de frustración de su parte.


Hay algunos ejemplos de hombres que nunca debieron ser presidentes; bueno, más bien hay bastantes ejemplos de ello, pero en especial quiero mencionar uno que hoy me viene a la mente: Gustavo Díaz Ordaz, hombre de apariencia un tanto desagradable, pero que en algunos círculos era considerado un tipo inteligente y amante de su país, sin embargo cuando tuvo el poder en sus manos optó por el uso de la fuerza para solucionar los problemas laborales y sociales del momento, en forma violenta reprimió por igual a los médicos que buscaban mejoras en sus condiciones de trabajo, que a maestros y trabajadores de diversos sectores y para ello optó por utilizar al Ejército. El final de la historia es de todos conocido, pero quizás algunos hechos no lo son tanto.
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