Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
- Bonos/espejitos
- Potentados de a cien pesos
- Reiteraciones sintomáticas
- Comedia de pastelazos
Felipe Calderón recitó ayer con enjundia de vendedor de baterías de cocina el tal diagnóstico sobre Pemex que dos de sus subordinados habían hecho un domingo pasado, pero con un anzuelo para ciudadanos deseosos de convertirse en potentados con inversiones de a 100 pesos (Pemex, una especie de Guardadito del usurero Banco Azteca). Si a Lázaro Cárdenas, citado sin pudor al principio de la alocución comercial en cadena nacional, el pueblo le llevó guajolotes para pagar la expropiación, al antihéroe actual le pareció muy inteligente ofrecer a los ciudadanos una especie de salpicadura, en ínfimas gotas, del gran baño de corrupción que significará la privatización nada disfrazada que se anunció ayer: todos podemos ser Mouriño, mediante bonitos bonos ciudadanos, parecería ser la oferta de corrupción democratizada. Bonos/espejitos por oro negro.
Mensaje con cortes evidentes de edición y con una notable repetición de conceptos y destinatarios (las generaciones venideras para allá y para acá), que dijo pocas cosas nuevas –por ejemplo, los bonitos bonos como una oferta, como una novedá– pero en cambio planteó un hipotético abanico de posibilidades de prosperidad colectiva, casi un llamado lopezportillista a prepararnos para administrar la abundancia. ¡Vamos por él!, dijo respecto al famoso tesorito de aguas profundas, y cerró con un deportivo “sí es posible” aplicado a múltiples variantes triunfadoras.
Es de agradecerse que los operadores políticos (de alguna manera hay que llamarlos) del calderonismo hicieran un gran intento de quitar dramatismo a la presentación de la iniciativa de reformas energéticas: no sólo se pospuso una hora el esperadísimo (oh, sí) mensaje de reiteraciones emotivas sino que, como en comedia de pastelazos, antes se habían enredado altos y medianos funcionarios (la secretaria Kessel, dos subsecretarios de Gobernación y el coordinador de apuestas del Senado, Santiago Creel, crónicamente equivocado, salvo en el apego a la nómina) en busca de cumplir con el ya para entonces nada solemne ritual de entrega del documento relacionado con los desagües profundos. Un subsecretario se adelantaba a la secretaria, que esperaba depositar su carga de papelería en manos del senador Creel, que no estaba ni en ese ni en otros momentos, así es que formalmente el Senado fue activado en este intento de privatizaciones disfrazadas tanto por el subsecretario enviado por el virrey Mouriño (deseoso de demostrar, con su personero, que no ha sido desplazado de la jugada) como por la secretaria Caldera (Kessel) que siempre parece estar jugando en ligas a las que ni ella misma cree haber llegado y que ayer entró al Senado de manera subrepticia, cual si fuera toma de protesta de presidente espurio. Leer más
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