Luis Javier Garrido
La exigencia
La crisis estadunidense, derivada del fracaso estrepitoso del modelo neoliberal y que está ya golpeando a los pueblos latinoamericanos, puede adquirir en México enormes dimensiones de persistir la obcecación y la avidez de enriquecimiento de un sector de la “clase política” mexicana de pretender seguir imponiendo, a contracorriente de la historia, medidas que han fracasado en el mundo entero.
1. La amenaza de una contrarreforma privatizadora de Pemex es cada día más cercana, a pesar de la movilización popular y de los diálogos en el Senado, y hay signos preocupantes de que aprovechando el escenario de confusión generado por la crisis financiera, económica, social y política que estalló en Wall Street en este otoño de 2008, y que se agrava todos los días, la mafia mexicana en el poder ha acordado ya aprobar una contrarreforma petrolera disfrazada, que si bien se halla distante de la burda propuesta enviada por Felipe Calderón en abril al Senado, pretende abrir una vía seudolegal para que las grandes trasnacionales se apoderen lo antes posible de la industria petrolera nacional.
2. El escenario que se abre en el país es por lo mismo de una enorme gravedad, pues lo que estará por decidirse en los próximos meses es no nada más el futuro de la industria petrolera, sino la viabilidad de México como nación independiente.
3. La crisis financiera abierta en el mundo conlleva no sólo el quiebre del modelo neoliberal impuesto al planeta en los últimos 25 años, sino una crisis que es económica pero también social, cultural y política, y que debería propiciar un viraje radical de las políticas del Estado, pero en su insignificancia ideológica y en su mezquino escenario de corrupción Calderón y sus amigos piensan lo contrario. El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, declaraba el martes 14 a El País que “los tiempos en que dependíamos del FMI acabaron”, pero aquí los panistas entreguistas creen lo contrario y creen disfrazar su sumisión a intereses espurios hablando de disciplina. Sigue leyendo en La Jornada
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