Discurso
de Javier Jiménez Espriú en el Hemiciclo a Juárez
Nos reúne la
Celebración del Septuagésimo-quinto aniversario de la Expropiación Petrolera y
el homenaje a su ejecutor, el Presidente Lázaro Cárdenas, que hoy coincide con
la Celebración, según el calendario burocrático, del Natalicio de Don Benito
Juárez, y esto, en un momento delicado de la Patria.
Se habla una
vez más, aunque el gobierno lo niegue, de una Reforma Energética que tiene como
objetivo único la privatización de la industria petrolera nacional, con tesis y
argumentos que son, como es costumbre, insuficientes en el análisis económico,
discutibles desde el punto de vista técnico, inconsistentes en el aspecto
legal, ignorantes de contenido histórico, ayunos de sensibilidad política y
carentes de patriotismo.
La industria
petrolera nacionalizada, como ninguna otra, ha hecho viable el desarrollo de
México y posible su factibilidad financiera, y lo que es esencial, enfatizado
su identidad como Nación independiente.
PEMEX, que la
representa, es una entidad símbolo que se encuentra enraizada en el alma de los
mexicanos. PEMEX es, desde su nacimiento, la empresa emblemática de la
soberanía nacional.
Se proponen
abrir la industria petrolera al sector privado y con argumentos falaces y
verdades a medias, que no son sino mentiras dolosas: no tenemos el dinero necesario
para desarrollar nuestros recursos, carecemos de la tecnología, etc., concluyen
que la única solución es la apertura. Ya la encausan en el llamado “Pacto por México”
y en ese lamentable documento que es la “Estrategia Nacional de Energía” que
privilegia, en forma absurda e inconsistente la exportación de crudo y no la
seguridad energética de la Nación.
Pemex, hay que
repetirlo una y otra vez, es absolutamente autosuficiente, técnica y económicamente,
no sólo para atender su propio desarrollo, sino para ser palanca del desarrollo
nacional y para satisfacer una buena parte del gasto del Estado.
Se requiere
sí, apoyar su autonomía, evitar la exacción de recursos de que es objeto,
administrarlo sin corrupción y sin gente incapaz, ineficiente e improvisada como
ha ocurrido desde hace varios sexenios y manejarlo, como la industria nacional
que es, en forma nacionalista, velando únicamente por los intereses y la seguridad
energética de nuestra Patria, lo que no ha ocurrido desde hace muchos años.
No podemos
aceptar, como dogmas de fe, ni las menciones oficiales de nuestras
incapacidades, ni las promesas de que con la propuesta de “modernización”, que
así llaman a la apertura a la inversión privada, PEMEX se fortalece; que no hay
privatización alguna; que los hidrocarburos son y seguirán siendo sólo de los
mexicanos; que mantendremos la rectoría del Estado- seguramente como la bancaria-
y que no hay otra forma de incrementar nuestra capacidad de ejecución si no es
con la apertura. Esos son engaños para asestar el golpe.
La propuesta
de apertura significa, sin duda alguna, compartir la renta petrolera en
beneficio de los poderosos de siempre y en detrimento los dueños legítimos del recurso
que somos todos los mexicanos. Y esto no es otra cosa que privatizar, intención
fundamental de la Reforma.
“Que el
enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino –decía Juárez
refiriéndose a los de fuera que cuentan como siempre con súbditos de dentro-;
pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente
lo que nos exige por la fuerza... Malo –agregaba el Benemérito- sería dejarnos
desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos
privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que
nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día”.
Con esa
mística, nosotros estamos comprometidos a no dejarles esa herencia nefasta ni a
entregarles una Patria hipotecada o enajenada. Ya otros como estos, entregaron
un día la mitad del suelo de nuestra Patria, nosotros no permitiremos que ahora
se entregue la riqueza de nuestro subsuelo.
“Nada de
contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han acostumbrado a
hacer su voluntad como moros sin señor” nos enseñó Juárez, y tenemos que demostrar
que hemos aprendido la lección.
Hace 75 años,
ese patriota Presidente que fue Lázaro Cárdenas, marcó en la historia de México
la fecha de la dignidad y la soberanía, expropiando para la Nación su industria
petrolera y reivindicando la propiedad de los hidrocarburos.
En la
conmemoración de los 25 años de la Expropiación, hace 50, otro Presidente
patriota, Adolfo López Mateos, señaló con voz emocionnada y convicción
nacionalista: “En el petróleo nacionalizado, ni un paso atrás”. Estuvieron en
esa Conmemoración, los cuatro Expresidentes de la República que vivían: Adolfo
Ruíz Cortines, Miguel Alemán Valdés, Abelardo L. Rodríguez y desde luego el General
Lázaro Cárdenas. Estaban porque creían y porque podían estar.
Hoy en cambio,
al conmemorarse los 75 años, solo hay ausencias: los expresidentes neoliberales
que viven, no estarán, no pueden presentarse en un acto público; y el
Presidente, que se considera discípulo y se dice admirador de López Mateos– el
que afirma serlo de todos los mexicanos: católicos, protestantes, libres
pensadores, judíos, agnósticos … en suma, de todos los creyentes y de los no
creyentes- prefiere ir a rendir pleitesía al nuevo Jefe del Estado Vaticano y
asistir a la Misa del Papa, y para ello cambia sorpresivamente la Celebración de
los 75 años de la Expropiación a la víspera, en una ceremonia sindicalmente
encapsulada, al igual que su antecesor en la subrepticia inauguración de “La
Estela de Luz”, no para pronunciarse por “el ni un paso atrás” y por un México
soberano y una industria petrolera nacional, dispuesto a dar un paso adelante
en el camino de la entrega de nuestra industria petrolera. Habla de que PEMEX
no se privatizará, cuando en sus planes y sus compromisos está, bonita manipulación
de la palabra, el privatizar no Pemex, sino la industria y la renta petrolera
de la Nación.
Que no nos
engañen. El “vamos a mover a México”, con el que nos bombardea la publicidad
del Gobierno, indica el “Mover a México” hacia la derecha y a una mayor
dependencia de las oligarquías.
Ese no es el
movimiento que deseamos. Ese no es un cambio que podamos aceptar. Ese no es el
México que queremos, al que aspiramos, es al México libre y soberano, dueño de
sus decisiones y de los recursos que la Constitución preserva exclusivamente
para la Nación.
El México de
los mexicanos, no el de los del partido en el poder, que cambian sus documentos
básicos y modernizan su ideología, para hipotecar a la Nación y sacrificar a las
clases más necesitadas según los dictados del Fondo Monetario Internacional.
El México de
los mexicanos, no el de los partidos que, transición tras transición en el
poder, lo único que cambian son los nombres de los programas demagógicos y ahora,
ciertamente, la filosofía de sus principios políticos, como acaba de hacer el
partido en el poder, sin rubor alguno, unificarlos y hacerlos equivalentes y
para hacerlos congruentes con sus verdaderas convicciones, aunque manteniendo, con
cínico e hipócrita descaro, el adjetivo de Revolucionario. Ese partido en el
que ya nadie es capaz, ya no digamos de levantar la voz, sino siquiera de
levantar la mirada.
El que
queremos, es el México de los mexicanos que nos comprometemos a que el año próximo
y los venideros, seguiremos celebrando la Expropiación Petrolera como hecho
vigente, y no como recuerdo de momentos lúcidos de nuestra historia que no
volverán.
El México de
los mexicanos que no permitiremos, lo decimos hoy aquí, cuando concurren en
afortunada coincidencia las recordaciones del Natalicio de Benito Juárez García
y de la Expropiación Petrolera de Lázaro Cárdenas del Río, el de los mexicanos,
repito, que no permitiremos la legalización de la entrega de la industria
petrolera nacional y con ella de la seguridad energética del país y la
soberanía de la Nación, por lo que esos dos grandes Presidentes lucharon.
Les pregunto,
compañeros:
¿Nos
comprometemos a luchar y a hacer luchar a nuestros compatriotas, por una
industria petrolera exclusivamente nacional?
¿Nos
comprometemos a estar aquí el año próximo para Conmemorar la vigencia de la
Expropiación Petrolera?
A velar las
armas y aquí nos vemos.
¡Viva la
Expropiación Petrolera de 1938! ¡Viva el Presidente Lázaro Cárdenas del Rio!
¡Viva el México soberano e independiente!
* Palabras del
Ingeniero Javier Jiménez Espriú. Marzo 18 de 2013.
Conmemoración
del 75º. Aniversario de la Expropiación Petrolera.
Hemiciclo a
Juárez.
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