El río de hierro
Luis Javier Garrido
El proyecto de llevar a México a una subordinación absoluta a Estados Unidos, que ha sido objetivo fundamental de las políticas del gobierno de Felipe Calderón, sigue avanzando al continuarse incorporando a múltiples regiones a una situación de violencia extrema.
1. Los documentos del Departamento de Estado relativos al tráfico de armas de Estados Unidos a México en los últimos años, filtrados por Wikileaks y publicados por La Jornada los días 28 y 29 de marzo, confirman el hecho de que más allá de las declaraciones de los funcionarios de ambos gobiernos sobre sus aparentes intenciones y de las mutuas recriminaciones de los últimos días, existen una serie de complicidades al más alto nivel para llevar a nuestro país a un escenario de violencia cada vez mayor a fin de justificar la injerencia creciente de Washington en el manejo directo de los asuntos políticos y económicos mexicanos.
2. El envío de armas de alto poder a otro país para agudizar un conflicto y acelerar su descomposición forma parte del viejo arsenal de estrategias perversas del Departamento de Estado, como se está viendo en el caso de Libia, donde el gobierno estadunidense –para garantizar el éxito de su invasión– decidió entregar masivamente armamento a los rebeldes a pesar de la tibia oposición de varios de los gobiernos europeos que lo secundan con la tesis pronto abandonada de que “venimos a traer la paz y no la destrucción masiva”. El seudo argumento de que invadieron Libia para “defender los derechos humanos” y no en pos del petróleo queda así reducido a nada.
3. La entrada masiva a México de armamento de alto poder por la frontera norte (el “río de hierro”) que, desde el escándalo suscitado por el operativo Rápido y furioso, nadie duda que es promovida y organizada por agencias estadunidenses, ha sido sin embargo en las reuniones bilaterales –según los cables– un mecanismo permanente de presión de Estados Unidos hacia nuestro país para alcanzar una mayor injerencia en el manejo de las fuerzas armadas nacionales, como se ve en el cable 08MEXICO2160. El armamento ha proliferado –según se argumenta desde Estados Unidos– por la incompetencia de las autoridades mexicanas en el registro de armas y la imposibilidad de Washington para acceder plenamente a esa información, por la corrupción en las aduanas (que –se recuerda– aún no son manejadas por Estados Unidos) y por el desorden existente al respecto en la Defensa Nacional, todo lo cual requeriría, se sobrentiende, de un más directo control de agentes estadunidenses.
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