Fracasa Calderón: guerra sin fin por el narco
lunes, 21 enero 2008
Intacta la estructura financiera de los capos
Incontrolable contrabando de armas desde EU
Desertores del Ejército se cambian a sicarios
Ex gobernadores vinculados con narcotráfico
AMLO pide cuentas de los excedentes petroleros
La guerra contra el narco emprendida por el espurio es un sonado fracaso...
Por Lilia Arellano
La guerra contra el narcotráfico emprendida desde el inicio del sexenio por la administración de Felipe Calderón es un sonado fracaso, a pesar de la intervención del Ejército, y está a un paso de convertirse en una batalla sin final, permanente, como en Colombia, pues se carece de un objetivo definido que pudiera determinar un punto en que esta sangrienta lucha pueda concluir y, a pesar de lo grave de la situación, no hay un plan maestro, con tácticas y estratégicas, no sólo militares y policíacas, sino económicas, políticas y sociales, que puedan llevar a la consecución de ese fin.
A la fecha, el gobierno no sólo no ha podido recuperar terreno y territorio bajo control de los poderosos cárteles, sino que día a día ha ido perdiendo más y no se ha logrado restaurar el Estado de derecho en las sierras, en las carreteras, en las calles de las ciudades, en donde se ha perdido la tranquilidad en las escuelas y en las familias mexicanas y se ha dejado totalmente de lado el respeto a los derechos humanos.
En su confrontación con el Estado, los capos del narco, de los dos principales cárteles y sus derivaciones y alianzas, mantienen intacta su fortaleza financiera, su logística de aprovisionamiento y distribución; su fuerza paramilitar alimentada con la creciente deserción del Ejército Mexicano y el ininterrumpido contrabando de armas desde los Estados Unidos, y sus sólidos vínculos políticos y de negocios con los poderes reales y formales, en los tres niveles de gobierno, en los tres poderes del Estado y en la élite empresarial, por lo que son capaces no sólo de imponer candidatos a cargos de elección popular, sino de hacerlos ganar y obligarlos a gobernar para ellos territorios estatales enteros como sucedió en Morelos con Sergio Estrada Cajigal; en Yucatán con Patricio Patrón Laviada, hoy cómodamente refugiado en
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