marzo 9, 2016
Ciudad de México, 9 de marzo (SinEmbargo).– El Partido Revolucionario Institucional (PRI) no volvió a ganar la Presidencia en 2012 para perder el poder en 2018. Su naturaleza antidemocrática y autoritaria, originada para disciplinar las facciones emanadas de la Revolución y no para abrir la competencia política, se ha transformado con el paso de casi nueve décadas; pero en esencia, dice el historiador Lorenzo Meyer Cossío, persisten sus formas originales de ejercicio del poder caracterizadas por la falta de equilibrios, la cooptación y/o represión de los adversarios y la corrupción.
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