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4. La supuesta “guerra contra el narco” la inició Calderón en 2007 por órdenes de la administración Bush, creyendo que al militarizar a México adquiriría autoridad –y legitimidad–, y amedrentaría a los movimientos sociales, sin importarle que los halcones del Pentágono lo único que buscaban era subordinar a su mando a los aparatos de seguridad mexicanos, para al mismo tiempo que reorientaban el mercado en un escenario de violencia generalizada, generaban las condiciones para acelerar el desmantelamiento de un Estado fallido y poder intervenir abiertamente.
5. La violenta reacción contra Proceso se inició en El Noticiero, de Joaquín López Dóriga, el miércoles primero con un reportaje de más de 20 minutos sustentado en un video del narcotraficante El Grande, miembro de la organización Beltrán Leyva, detenido por la PGR, quien sin ninguna credibilidad acusó a Ricardo Ravelo, reportero de la revista, de haber recibido de él 50 mil dólares, tras lo cual le habría exigido entregas mensuales para no hablar de sus actividades. Siguió con el programa Tercer Grado, del Canal 2, en donde cinco locutores, coordinados por Leopoldo Gómez (vicepresidente de información), se dedicaron durante 40 minutos a descalificar en términos calumniosos a la revista con base en ese video. Y prosiguió el jueves 2 en todas las emisiones del consorcio y de buena parte de los medios afines al gobierno en un operativo sin precedente en la historia reciente del país.
6. La descalificación a Proceso por López Dóriga y sus colegas se olvidó, sin embargo, de que la nota que suscitó la ira de Los Pinos fue el adelanto de un capítulo de un libro escrito por una periodista ajena a la revista, que en el mismo número de ésta el reportero Ricardo Ravelo advertía que las afirmaciones de los “testigos protegidos” no son confiables pues la mayoría de los declarantes mienten y, sobre todo, que los reportajes de Proceso no se hacen sobre ese tipo de declaraciones (que sí son por el contrario la fuente primaria de la televisión) sino sobre otro tipo de pruebas.
7. La historia periodística de México no registra ningún caso en el que periodistas, sea cual fuere su vinculación con el régimen y con los poderes fácticos, se dedicaran con tanta irresponsabilidad y falta de ética a tratar de descalificar a una publicación de prestigio internacional, y eso es un signo muy grave de lo que está aconteciendo. Proceso, según Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, Denise Maerker y Adela Micha, “ha hecho de la calumnia su modus vivendi”, realiza “un ejercicio deleznable” del oficio periodístico, es uno más de los muchos pasquines que hay en el país, “se ufana de su relación con narcotraficantes” y “ha llegado a cometer atrocidades”. Los locutores no parecían escucharse en su diatriba insensata pues al referirse instantes después a otro tema y hablar de la persecución delirante que Washington y sus aliados han emprendido contra el editor australiano Julian Assange por la publicación en su portal de WikiLeaks de documentos que exhiben al gobierno estadunidense, pretendían horrorizarse por la que llamaron “persecución estatal” a un medio de información
8. Lo más significativo es que el juicio sumario a Proceso lo llevaron a cabo Joaquín López Dóriga y los locutores de Televisa cuando en el mismo noticiario del día 1º Azcárraga le había brindado una veintena de minutos a Calderón para que pudiera hacer sin cuestionamiento alguno una defensa de su gobierno, que prosiguió ayer, tras la violenta reacción de los priístas a su diatriba del domingo 28, y pretendiera, una vez más, que no existen ya en México, como durante los gobiernos priístas, crisis, corrupción, opacidad y censura. ¿Habrán estos locutores visto alguna vez cómo en otros países la prensa entrevista a los jefes de gobierno?
9. La libertad de prensa no existe en México como una regla sino como una excepción, y ello gracias a la tenacidad de muchos. No hay aquí un régimen de libertad de expresión sino espacios de libertad que han sido conquistados por los periodistas y los lectores tras muchas décadas de lucha. El gobierno sigue subsidiando a los medios, a sus directivos y a los periodistas, y como en el pasado subsisten “el sobre” y el embute, con una prensa que en su mayoría está sometida al poder y no transmite más que el punto de vista del gobierno y de los poderes fácticos. Los reporteros de Tercer Grado se preguntaban el día 1º al finalizar su emisión “¿qué tipo de periodismo queremos para México?”, queriendo ignorar que la respuesta la han dado millones de mexicanos en los últimos años, en particular después de 2006: una prensa que no sea como la de Televisa, que sea libre, honesta e independiente del Estado.
10. La agresión del régimen a Proceso no va a prosperar porque la fuerza de una publicación la constituyen sus lectores y esta revista ha sido, es y seguirá siendo una de las publicaciones indispensables de un México que aspira a la libertad y a la democracia. Durante casi un siglo los gobiernos de la derecha francesa han buscado acabar con Le Canard Enchaîné, el hebdomadario satírico que semana a semana hace denuncias documentadas, y por esa misma razón no lo han logrado. Esta amenaza incalificable lo es, empero, no sólo contra un grupo de periodistas sino contra toda la sociedad y su derecho a la libertad de expresión, y ésta debe tomar nota de ello.
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