septiembre 04, 2009

LA PATÉTICA

La patética

Luis Javier Garrido

El país está, a menos de la mitad de uno de los gobiernos más desastrosos en la historia nacional, a merced de las turbias negociaciones que está haciendo una clase política que ha extraviado el rumbo y que se halla subordinada en un marco de ilegalidad al gobierno panista de facto, sin entender que lo que está en juego es el futuro de la nación.

1. El Informe presidencial de 2009, que de acuerdo con el mandato constitucional es el mecanismo por el cual el Ejecutivo a través del Congreso hace saber a los mexicanos el estado que guarda la administración pública, se terminó por un verdadero desastre institucional, ya que Felipe Calderón se negó a presentarlo personalmente a los legisladores, como lo obliga el artículo 69 constitucional, y organizó una pachanga privada en Palacio Nacional, a la que mediante la fuerza pública negó el acceso a los legisladores que no eran de su agrado y que no pudieron asistir al que no fue otra cosa que un mal organizado acto de propaganda.


2. El mensaje del gobernante ilegítimo que tiene México no constituyó más que una parodia del Informe al que estaba obligado, pues junto con una serie de patéticos lamentos, que evidencian la impotencia de quienes pretenden gobernar, aparecieron absurdas promesas que parecían de campaña, como señalaron los medios. Calderón no informó, desde luego, del marco de ilegalidad en el que las fuerzas armadas y policiales prosiguen realizando todo tipo de tropelías ni de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que cometen los elementos de su gobierno, ni de los paramilitares que prosiguen haciendo valer su ley en diversas regiones del país ni mucho menos del porqué mantiene en las cárceles del país a presos políticos como los de Atenco, lo que le ha merecido la condena internacional.


3. Las contrarreformas constitucionales de 2008 al artículo 69, que pretendieron eximir al Presidente de la República de leer personalmente el Informe, fueron mal redactadas, pero aun así no le retiraron a éste la obligación de entregar personalmente su mensaje, como pretendieron interpretar los aterrados panistas, lo que llevó a Calderón a violar deliberadamente el texto constitucional, que aun ahora sigue abriendo la vía para un diálogo institucional entre el Ejecutivo y el Legislativo.
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