Luis Javier Garrido
La visita
Las relaciones entre México y Estados Unidos son cada día más tensas, en particular por la ineptitud y falta de patriotismo de Felipe Calderón, pero la “clase política” no parece darse cuenta de la encrucijada a la que han estado llevando al país.
1. Los medios estadunidenses han dado un paso más al inicio de 2009 en su escalada para desacreditar a México como “un peligro para Estados Unidos” por la vía de magnificar el papel del narcotráfico, y el gobierno espurio de Calderón no hace otra cosa que seguir dócilmente la misma estrategia trazada por George W. Bush haciéndoles el juego: intensificando la violencia policiaco-militar que desatara hace dos años contra algunos de los cárteles y buscando venderle ese escenario al próximo gobierno de Obama. Es decir, haciendo todo lo posible para provocar la intervención.
2. La visita de Felipe Calderón a Washington para renovar la tradición de que el presidente electo del país vecino recibe antes de asumir el cargo a su homólogo mexicano (12-13 de enero) se llevó a cabo cuando arreciaba en México un vendaval de opiniones tras la difusión de varias notas contra nuestro país presentándolo en manos de los cárteles, y a éstos como organizaciones “terroristas”, para hacer posible la intervención armada de Estados Unidos, pero el viaje sólo sirvió para que el gobernante espurio, absolutamente doblegado, brindara su agradecimiento a Bush e hiciera una serie de ofrecimientos indignantes al futuro gobierno estadunidense, en una actitud de verdadera traición a la patria.
3. El escándalo había arreciado en México días atrás al trascender que el historiador Enrique Krauze había dicho el viernes 9, durante una reunión en Relaciones Exteriores con los embajadores mexicanos, que la secretaria Condolezza Rice le había reiterado a un amigo que “Pakistán y México” eran los dos puntos álgidos para el gobierno estadunidense, y había continuado poco después al divulgarse un artículo de Forbes Magazine del 22 de diciembre que califica a nuestro país de “Estado fallido”, pero en nada modificaron estas señales de alarma la actitud de Calderón. Sigue leyendo
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