■ Periodo extraordinario en el Senado: el pacto Zavaleta-Don Beltrone
Antes de lanzar su iniciativa suya de él para la privatización de Pemex, Manlio Fabio Beltrones –o simplemente Don Beltrone– habló en lo oscurito con Ruth Zavaleta y René Arce, capos del gang de traficantes de influencias denominado Nueva Izquierda. Después de ese encuentro, Zavaleta descalificó la consulta popular que arrancará mañana; pidió el cargo de Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD en San Lázaro y, como cereza del pastel, exigió al Senado un periodo extraordinario de sesiones para que se consume, pero ya, la entrega de nuestra máxima fuente de riqueza a intereses particulares.
Además, producto adicional del pacto Zavaleta-Don Beltrone, Guadalupe Acosta Naranjo, presidente espurio del PRD, se entrevistó con Germán Martínez y Beatriz Paredes, líderes del PAN y del PRI, para buscar el modo de sacar, entre los tres, una propuesta de reforma conjunta que logre, por aparente u-na-ni-mi-dad, la privatización de Pemex.
Graco Ramírez, vocero de Nueva Izquierda y secretario de la Comisión de Energía del Senado, quien como candidato al gobierno de Morelos fue acusado de recibir ilegalmente dinero de Pemex para su campaña, se convirtió por su parte en ferviente propagandista de la iniciativa de Don Beltrone. Éste le habría ofrecido, a cambio de su apoyo, nada menos que la presidencia de la Cámara de Senadores, de acuerdo con lo que el franco legislador anda contándole por ahí a sus indiscretas amistades.
Con un entusiasmo rayano en la impudicia, Graco declamó anteayer para los medios: “No comparto las declaraciones ligeras que señalan que (la propuesta beltrónica) es un clon de la de Calderón o una iniciativa construida con el PAN. El PRI está honrando el acuerdo de que discutamos juntas nuestras iniciativas, me lo ha ratificado su coordinador, sus coordinadores. ¡Sí le creo al PRI!”.
Aun cuando, a juicio de Graco, las nueve iniciativas del capo sonorense “en lo esencial no tienden a privatizar Pemex” (en lo sustancial tal vez, pero eso qué importa en comparación con las prestaciones que ofrece el puesto de presidente del Senado), lo cierto es que la “ley Beltrones”, como la rebautizó ayer Luis Javier Garrido, responde “al objetivo de priístas y panistas de destruir Pemex y crear las condiciones para una industria privada” del petróleo, contraviniendo lo dispuesto por los artículos 25, 27, 28 y 131 constitucionales acerca de la soberanía que debe mantener la nación sobre los hidrocarburos y la petroquímica básica.
La propuesta de Don Beltrone coincide en muchos aspectos con la de Calderón: ambas pretenden que Pemex sea una entidad autónoma, que se autorregule y no esté bajo control del Congreso; ambas le ceden asientos en el consejo de administración a los líderes ultracorruptos del sindicato; ambas quieren que las empresas privadas realicen tareas de exploración y sean recompensadas de acuerdo con el volumen de lo que encuentren, y ambas desean repartir “bonos populares” de 100 pesos, para que los tiburones de la Bolsa se lleven también su tajada. Sigue leyendo
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