Siete ángeles
Cada mañana aparecen siete ángeles. Pasan sin tocar. Uno de ellos me arranca del pecho el corazón. Se lo lleva a la boca. Los otros hacen lo mismo. Se les marchitan las alas, y sus rostros pasan del plata al púrpura. Salen aporréandose las chanclas. Sobre una silla dejan mi corazón como una vacija vacía. Toma el día entero volverla a llenar, de manera que a la mañana siguiente los ángeles no me dejen todo alado y de plata.
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